miércoles, junio 14, 2006

An elseworlds of DC Universe: Roswell 1947 capitulo uno

"En otros mundos, los héroes son tomados de sus lugares habituales, y llevados a extraños tiempos y lugares, algunos que han existido o pueden haber existido y otros que no pueden, podrían o no deberían existir. El resultado son historias en las cuales personajes tan familiares como el ayer nos parecen tan frescos como el mañana."

Roswell, Nuevo Méjico

23:00 Viernes 4 de julio de 1947

Martha se encuentra en la cocina preparando la cena. El sonido de la radio le hace compañía. Las canciones de Glenn Miller le recuerda a los bailes de los sábados en el viejo salón. Sonríe al recordar lo torpe que es Jonathan cuando la pisa bailando y lo encantadoramente que se comporta cuando se disculpa con esa carita de perrito abandonado.

-Jonathan la cena estará lista en breve. Ve terminando que siempre acabas quejándote de que la cena esta fría.

Jonathan está en el garaje, acabando de acoplar el nuevo carburador a su vieja furgoneta. Necesita que este lista a primera hora del sábado. Llevaba varios meses esperando el envío de las nuevas herramientas. Arranca el motor y tras unos breves gimoteos, se para con un enorme tosido entre polvo y humo negro.

-¡Voooooy mujer! ¡Maldita furgoneta!. Justo cuando más la necesito es cuando le quedan menos ganas de trabajar.

Ajusta de nuevo la entrada de aire al carburador, y lo intenta de nuevo.

-Vamos pequeña, hazlo por papa.

Tras un breve y ronroneante arranque, el viejo motor de su Ford, comienza a cantar como los ángeles.

-Si señor – la risa de Jonathan se mezcla con el contundente petardeo del motor. La sonrisa que llena su cara podría iluminar todo el garaje- Ya voy mujer, estoy escuchando música celestial- dijo entrando por la puerta de la cocina.

De pronto oyeron el cielo desgarrarse.

-¿Qué demonios ha sido eso?- dijo jonathan encaminandose hacia la puerta de la entrada de casa

-Parecía una explosión-apuntó martha siguiendo a su marido.

Cuando estaban en el patio, dirigieron su mirada a donde provenía el ruido y observaron con asombro y terror como una línea de fuego y humo rasgaba el cielo estrellado de la noche.

-¡Dios mío! Parece un misil de los que caían en Londres durante la guerra. Lleva una velocidad infernal. Va a caer no muy lejos de aquí. Martha será mejor que nos metamos dentro de la ca…- No tuvo tiempo de terminar la frase. Protegió a su esposa con su cuerpo y la obligó a echarse al suelo. El ruido fue como si una bomba nuclear explotara. La luz que irradió inundo el valle con una luz tan pura y brillante que las sombras no tuvieron lugar para esconderse.

-¿Te encuentras bien martha?. ¡Dios bendito!, ha estado cerca mujer. Voy a acercarme a ver de qué se trata. Quizás sea uno de esos meteoritos que tanto hablan en la radio.

- Ni se le ocurra Sr. Kent. Usted se queda en casa y espera que las autoridades pertinentes se encarguen del asunto. Vaya usted a saber que es lo que ha caído- Jonathan sabía que cuando su mujer le trataba de usted, no podía moverla de su sitio ni un mercancías a toda máquina.

-De eso nada mujer. Quizás sea algún avión y necesiten ayuda los pilotos, o sino es así , quiero saber lo que ha caído.- Martha sabía que cuando la llamaba mujer, no había forma humana de que cambiará de opinión, y como su curiosidad superaba a su temor, decidió dar su brazo a torcer.

-Está bien Jonathan, pero nada en el mundo me impedirá que te acompañe.


Tardaron 5 minutos en llegar al lugar de la explosión. El fuego empezaba a expandirse rápidamente por los campos de maíz. El humo producido llenaba el lugar con un olor fuerte y penetrante. Se cubrieron la boca y la nariz con pañuelos y avanzaron agachados para evitar el espeso humo. A medida que se acercaban al lugar del impacto, el miedo se iba apoderándose lentamente de sus cuerpos.

-Jonathan, vamonos de aquí. No puedo soportar el calor- Martha tosió con fuerza. Sentía como el humo invadía su cuerpo.

-Tranquila mujer, nos estamos acercando. Ya casi lo veo.-Agarró con fuerza la mano de su mujer. Fuera lo que fuera aquello, no iba a darse la vuelta, sin ver que demonios había en ese endemoniado campo de maiz.

-¡¡Por el sombrero del tío Sam!!- La voz de Jonathan se convirtió en un susurro al poder contemplar con claridad el objeto de su curiosidad.

Era un cilindro alargado acabado en punta. Completamente metálico, brillante y pulido como la plata recién limpiada. Su superficie era lisa y reflejaba con total nitidez todo el infierno que ocurría a su alrededor. No parecía tener ningún tipo de juntura ni soldaduras. Parecía un cohete sacado de los comics de Flash Gordon. Aunque hacía mucho calor, estaba frío como el hielo recién sacado de la nevera. Jonathan se quemó la mano al tocarlo. Algo ocurrió entonces. Apareció una luz brillante formando un perfecto ovaló. Se fue haciendo más intensa a la vez que el óvalo se hacía más grande

-¡Dios mío! Que luz más potente, es como mirar al sol directamente. Martha, tapate los oj…- Un sonido gutural y profundo acallo las palabras de Jonathan. Todo su cuerpo vibraba con aquel sonido. Pensó que la cabeza iba a estallar. Las llamas se apagaron con un siseo vaporoso. El ambiente se convirtió en una sauna. No podía ver más allá de aquella luz. Sentía la mano de su mujer y se aferraba a ella como si fuera su única ancla en aquella pesadilla. El sonido paró tan de repente como había llegado. El silencio se apoderó de la noche. La niebla comenzaba a dispersarse. La luz comenzó a perder intensidad. Sus ojos se fueron ajustando a la luz reinante. Aclaro su visión y aunque sus ojos veían una cosa, su cabeza le contaba otra, su corazón no conseguía escaparse por su garganta. Aclaró su garganta, y con voz suave y entrecortada, consiguió susurrarle a su mujer.

-Es un niño….

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