martes, abril 10, 2007

An Elseworld of DC Universe: Roswell 1947 Capítulo Ocho

Tejados de la Comisaría Central de Policía
Gotham City.

23:40 Jueves 12 de Mayo de 2005

Era una noche fría. Era una noche oscura. Ni la luna llena conseguía iluminar las calles. Las nubes cubrían el cielo gris de Gotham. Apenas se podía ver sin la luz tenue y desangelada de las farolas. La oscuridad se cernía sobre la ciudad, como un amante dispuesto a satisfacer las más bajas pasiones. No era un buen presagio. En Gotham estaba ocurriendo algo. Y ese algo no era bueno. Apestaba. A corrupción, a caos y a miseria. Las noches habían sido demasiado tranquilas. Apenas había habido incidentes. El turno de noche se había convertido en el más tranquilo de todos. Los agentes empezaban a relajarse. Los rumores sobre apariciones de vigilantes nocturnos se esparcían como la ceniza de un incendio. Nadie parecía creer en ellos. Todo el mundo se agarraba a una mínima esperanza. En una ciudad tan castigada como Gotham por el crimen y la violencia, donde la policía, apenas tenía poder y recursos para apaciguar pequeños fuegos, la tranquilidad y la calma, solo podían presagiar algo terrible y tenebroso. Y aquel algo había empezado ese mismo día.

Gordon empezaba a impacientarse. Comenzaba a pensar que había sido una mala idea. Más de 40 minutos sin presentarse. No era lo normal. Él era puntal. Siempre lo había sido. Quizás todo había acabado. Quizás era uno de los muchos “Juan nadie” que abarrotaban el mortuorio. Quizás se había cansado de esa lucha sin final. Quizás se había dado cuenta, de que su causa estaba perdida. Quizás, demasiados quizás.

Meneo la señal hacia la derecha. Se había abierto un claro de nubes y la luz se perdía en el negro de la noche. Parecía como si, por una vez, algo o alguien, consiguiera escapar de aquella pesadilla circundada de calles, que se hacía llamar ciudad. Apuró el cigarrillo. Tiro la colilla al suelo y la apago con la punta de su zapato derecho, en un gesto repetido infinidad de veces. Pensó en que quizás, otro quizás, aquel fuera su último cigarrillo. También pensó, que se había oído decir lo mismo todas las infinidad de veces, y que siempre acababa pensando, que quizás, cuando se jubilara, fuera el último. Sonrío con ese último pensamiento, y se aproximo al proyector. Aún no entendía el porque de aquel símbolo, casi infantil. Lo desconecto y se volvió hacia la puerta que daba acceso a la terraza. Allí estaba.

-¡Joder! ¿es que no sabes decir hola o buenas noches?- Gordon no conseguía entender como era tan silencioso. No había nadie ni nada tan silencioso.

-Buenas noches, Gordon. No pretendía asustarte. Solo me aseguraba de que estuviéramos solos.- La voz sonaba ronca y profunda. Vestía un traje negro y ajustado, con profundas marcas y protuberancias, donde deberían estar los músculos de un cuerpo humano. Parecía sacado de un videojuego. Era como ver un cadáver despellejado, pero de un color negro como el ébano. Llevaba lo que parecía un chaleco a prueba de balas. Quizás de procedencia militar. Los bolsillos parecían estar llenos de cosas. Usaba una mascara que le cubría toda la cabeza y el rostro excepto la boca. Llevaba unas gafas de visión nocturna, que no creía que tuviera acceso a ella ni el gobierno. Aquel equipamiento era de acceso restringido. Quizás de operaciones especiales, o la compañía.

-Esta bien. Llevo esperando casi una hora. Empezaba a impacientarme. Tengo ganas de marcharme a mi casa. Hoy ha sido un mal día. ¡Que cojones! Ha sido un día asqueroso. Quizás el peor día de mi vida.- Gordon percibió como aquel hombre, flexionaba las piernas. Había cambiado de postura. Se había relajado. Aquello le sorprendió.

-Sé lo que ha pasado. La agencia de detectives Jones, Kord & Gold, ha sufrido un ataque esta misma tarde.

-¿Un ataque? Tus informaciones son un poco “vagas”. Ha estallado por los aires. Tengo a Beettle y a Gold en la sala de interrogatorios de ahí abajo. Tengo a una chica en coma en el hospital. Tengo a una chica muerta, una chica preciosa con toda la vida por delante, en la sala de autopsias. Y tengo una cosa, por decir algo, en la camilla de al lado. Una masa informe de color verde, que cualquier parecido con un cuerpo humano es improbable.

-Lo sé, Gordon. Debes calmarte. Sabías que esto era difícil. Conocías los riesgos. La gente contra la que nos enfrentamos es gente de poder y dinero. Harán cualquier cosa para conseguir sus objetivos. Y sus objetivos no son tan básicos como los de la familia Falcone o cualquier otro aspirante a rey de la colina.-El hombre de negro alargo el brazo hacia el hombro de Gordon. La sorpresa, apenas disimulada, en su cara, le indico que había cometido un error. Un pequeño error, pero que podría significar el final de aquella relación.- ¿Qué han descubierto los detectives?

Gordon se zafó del brazo con suavidad. Camino hacia la cornisa del edificio. Levanto la pierna derecha sobre la cornisa. Apoyo su mano derecha en su rodilla, y sobre esta, el mentón. Dirigió su mirada hacia las dos torres. Las dos torres más altas de Gotham.

-Solo han corroborado lo que tu me contaste. Que el asesinato de Diana Prince, era algo más que una violación y asesinato. Que aquella formidable mujer, peleo de lo lindo en aquel lúgubre callejón. Pago cara su vida. Y que allí había algo más de lo que parecía. Alguien intento tapar las pruebas, pero Jones y compañía consiguieron descubrirlas.- Saco el paquete de uno de los bolsillo de su gabardina. Era el último. Era hora de volver a casa con Sara.

-Fumar es malo para la salud, Gordon.- La sombra miro con desaprobación el paquete de tabaco.

-Si no me mata el tabaco lo harán las balas.- Era raro que comentará una cosa tan banal. La pregunta sorprendió de nuevo a Gordon.

-Bien. ¿Qué pruebas encontraron?- Aquella mancha negra que se recortaba entre las luces de la noche, se colocó a su derecha. Parecía como si aquella sombra se camuflará con el fondo del paisaje. Como si se fusionara con la noche. Hasta entonces no se había dado cuenta de ese detalle. El movimiento de la figura fue el que le hizo fijarse.

-Restos de cemento, escayola, material vario de construcción. Alguna pared de aquellos edificios sufrió daños severos. Como si un bulldotzer hubiera decidido echar una carrera con una retroexcavadora. Creo que la descripción es bastante aproximada. En medio de aquel destrozo, alguien se las apaño para dejar aquella escena del crimen como si hubiera sido una violación y asesinato normales. Pero encontraron algo más.- Gordon dejo caer la frase. Un sabor amargo le subió directamente del estomago hacia su boca. Aquel había sido un mal día. Quizás el peor día de su vida.

-¿Qué encontraron?- La ansiedad en la voz de aquel hombre, parecía indicar que había algo personal en aquel caso. O quizás el hecho de no saber todos los detalles. Quizás la necesidad enfermiza de saber y conocer todo lo que ocurría en aquella ciudad, había terminado por volver loco a aquel hombre. El asilo Arkham estaba lleno de dementes. Quizás había una celda para el hombre de negro misterioso.

-Restos de sangre. Pero no era sangre humana. Ni siquiera animal. Barry Allen dijo que aquella sangre no pertenecía a nadie ni a nada de este mundo. Que era ADN alienígena. ¿Te lo imaginas? Sangre alienígena. Si no fuera por la credibilidad del bueno de Barry, habría despedido al imbécil que se atreviera a contarme semejante barbaridad.

-¿Dónde están los resultados?- Había vuelto la firmeza y el aplomo a la voz de aquella sombra. Gordon lo miro incrédulo. Aquel tipo sabía lo de la sangre extraterrestre. Empezó a pensar, que quizás la habitación del asilo, llevaba su nombre. Quizás sabía también lo de la esquirla de extraño fulgor verde.

-¿Pero de que diablos estas hablando? ¿acaso sabías lo de la sangre? ¿acaso me vas a pedir que busque a un sospechoso de violación y asesinato que mide un metro y veinte centímetros, de color verde o marrón, con ojos grandes y que solo sabe decir “teléfono” “mi casa”? ¿Te has vuelto loco? ¿También sabéis lo de ese mineral de color verde fosforescente?

-Escucha Gordon. Ya te dije que esto es más grande que tu y que yo. Que nos supera a todos. Que hay gente de muy alto nivel que maneja los hilos de este país. Hicimos un trato. Me ayudarías en este caso, a cambio de que no hicieras ninguna pregunta. Sabes que cuanto más sepas, a más peligro te expones a ti y a tu familia.

-¿Peligro dices? Maldita sea, ¿quien te ha dicho que no estoy en peligro ya?. ¿Como sabes que nadie nos esta vigilando? ¿Cómo puedes saber que no hay un francotirador apuntándome en este preciso instante a la cabeza? ¿Como puedes saber que mi familia no esta muerta ya?

-Porque lo sé Gordon. Te tengo cubierto. Hicimos un trato. Yo siempre te protegeré.

-¡Dios mío! ¿Me vigilas? ¿Vigilas a mi familia? En que diablos me has metido. Como puedes poner en peligro la vida de nadie, por una causa personal. Una batalla perdida contra un enemigo invisible que tira de los hilos y que nadie parece conocer. Que clase de trato es ese en el que yo no conozco la mitad de las cláusulas.

-No debes preocuparte. Entiendo tus dudas. Pero no debes hacerte más preguntas. Te protegeré de todo peligro. En cuanto esto acabe, serás libre de nuevo. Ya no habrá miedo.

-¿Protegerme dices?. Como la protección que le brindaste a esas pobres chicas de la agencia de detectives. ¿Cómo protegiste a Barry?- El sabor amargo de su boca se convirtió en bilis. No podía creer que Barry hubiera muerto. Nunca olvidaría aquella escena del crimen. Le perseguiría todas las noches de su vida.

-¿Barry….? ¿Barry Allen…..ha….muerto?- Fue un pequeño gesto de su mano izquierda. Un movimiento finalizado ha propósito en medio de una trayectoria ascendente. Aquella era la única pista que le faltaba para atar los cabos sueltos. Gordon supo que las paradas de su voz, no eran producidas por el dolor o la rabia. Había algo más.

-Si lo encontramos a 30Km de Gotham. No quedó gran cosa de él. Es…¡Dios! Indescriptible. No tengo estomago para recordarlo. Lo reconocimos por sus zapatillas de correr en primer lugar, y por sus dien…no puedo seguir lo siento. - Gordon se dobló por la mitad. El hot dog ha medio masticar, que había devorado por cena, se precipitó sobre su boca. El sabor amargo de la derrota y el miedo, se apoderó de su alma.-Uno de mis mejores compañeros, uno de los mejores personas que he conocido.

-Siento hacerte recordar Gordon. Necesito esas pruebas.- Le tendió la mano. Le ayudo a incorporarse. Gordon le coloco un lápiz de memoria en la mano. No hacía falta palabras.-Nos volveremos a encontrar Gordon. Recibirás un mensaje mío.

-Esta bien. Pero la próxima vez, que venga él en persona. -Gordon recuperó la compostura. Se limpio los labios con el pañuelo que le había regalado Sara para su aniversario. Sonrío al pensar en Sara.

Había comenzado a caminar hacia el otro lado de la terraza. Apenas era distinguible de las sombras que reinaban la noche. Se paro en seco. La gravilla crujió bajos sus botas.

-¿Cómo dices?- la duda llenaba la voz de aquel joven.

-No hace falta que disimules más. Imitas muy bien su voz y la forma de moverte. Eres demasiado joven. Te faltan espaldas, y las calzas no pueden disimular la altura. Te hace echar los hombros hacia delante. Debes practicar más, pero seguro que….- Apenas aparto la vista de la sombra, para quitarse el cigarrillo de la boca. Lo había hecho de nuevo. Debía reconocer que aquel chico, sería tan bueno como su mentor. Si sobrevivían a aquella conspiración de novela barata. Soltó el humo entre los dientes, y la sombra se escapo entre las volutas de humo que se elevaban hacia la noche. Se permitió una sonrisa de satisfacción y orgullo. El pequeño triunfo le hizo pensar en Sara. El resto era fácil.