jueves, agosto 10, 2006

An elseworlds of DC Universe: Roswell 1947 Capitulo Cuatro

En algún lugar cerca de Basora
Iraq
6:35 Jueves, 14 de Febrero de 1991.

“Llevábamos más de 6 horas de marcha a través del desierto. Con el equipo de campaña a nuestras espaldas, parecía que llevásemos 5 días. Empezaba a hacer un calor infernal y apenas había amanecido. El sudor se acumulaba bajo el uniforme. El chaleco antibalas impedía que transpirara la piel. Se podía recoger el sudor, dejarlo reposar y beberlo de nuevo. Al menos eso es lo que me pareció entender en algunas clases de supervivencia. Ya no se si era el sudor o los meados. Las dos cosas me producían el mismo asco. Y los recuerdos de aquellas clases se mezclaban en mi acalorada cabeza. Aunque si el calor era insoportable, el frío de las noches era muchísimo peor. El sudor acumulado por el día, se enfriaba por las noches. Entrar en calor antes de dormir era prácticamente imposible. No podíamos hacer fuego para calentarnos. En el desierto el humo se vería a kilómetros de distancia. Delataría nuestra posición al enemigo. Llevábamos más de dos meses en campaña. Empezaba a preguntarme si lo de delatar nuestra posición y dejar que cayeran sobre nosotros como buitres, no sería tan mala idea. Cualquier cosa me empezaba a parecer buena para acabar con aquella situación.

Los hombres del pelotón soportaban la marcha en silencio. Apenas un gruñido o una respiración más forzada. Eran los mejores hombres que se podían encontrar. Entrenados por los mejores. Estaban preparados para acabar con cualquier amenaza o enfrentarse a cualquier situación. Por algo éramos la punta de lanza del ejército americano. Los Delta Force siempre íbamos por delante. Marcábamos el camino a seguir. Y yo Diana Prince, iba en cabeza, liderando a mi pelotón.

Inteligencia nos había encomendado la misión de tomar un poblado en medio de una ruta de aprovisionamiento. Según informes detallados, el pueblo apenas ofrecería resistencia. Apenas unas escuadras de infantería del ejército republicano. Sería cosa fácil entrar, crear algo de confusión, tomar los puntos estratégicos, hacer huir a los soldados Iraquís y esperar a que la caballería llegará en forma de refuerzos aéreos y posteriormente una división entera de blindados. Pero como siempre los informes de Inteligencia tenían inexactitudes. No se si Inteligencia estaba falta de ella, o bien la inteligencia de los Iraquís no era tan tonta como nos hacían creer. Las dos, encontraron aquel pueblo abandonado de la mano de Dios o Ala en medio del desierto, muy importante desde el punto de vista estratégico, logístico o militar para el devenir del curso de la guerra.

Cuando llegamos a la cima de la colina, realizamos un reconocimiento de la zona. Mandé a Pierce y Waid a que echaran un vistazo. No vieron nada anormal. Tal como ponía el informe, no existía población civil. Solo había militares del ejército republicano. Disponían de un vehiculo de asalto rápido, con una ametralladora de calibre 22 montada encima. Tenían 5 o 6 guardias repartidos por todo el pueblo, vigilando las calles principales. Algunos de ellos se encontraban en los tejados. En algunas calles había barricadas para el impedir el paso de un convoy de vehículos pesados. Casi todo el contingente de tropas se agrupaba en torno a los depósitos de combustible que estaban al norte del pueblo. Parecía una operación rápida y fácil. Comencé a dar órdenes a mis hombres. Nos dividimos en tres grupos de asalto. Asigne un objetivo a cada uno de ellos. Iríamos despacio, pero sin pausa. No se debían hacer saltar las alarmas. Si establecíamos combate directo con ellos, la situación se pondría muy fea. Podríamos pedir los refuerzos, pero ellos también los pedirían y se establecería un combate no deseado y no planificado. Las bajas no serían aceptables.

Di la orden de avanzar. Brakes y Lenny, los francotiradores, nos cubrían el culo desde la colina. Recorrimos los 200 metros desde nuestra posición hasta las primeras casas del pueblo sin ningún contacto con el enemigo. Nos desplegamos entre las calles. Crash iría por la izquierda, Huxley por la derecha y yo me reserve el centro. Elegí una calle paralela a la derecha de la entrada principal al pueblo para alcanzar la posición Bravo. Las casas eran bajas y la mayoría de adobe. Las calles principales eran anchas, pero el resto de calles eran estrechas y angostas. Ideales para establecer una emboscada. El silencio que reinaba en el pueblo solo era roto por los ruidos lejanos del campamento principal, o los ladridos de algún perro que no sabía que estábamos en guerra. Al fondo se oía el sonido enlatado de una radio. Emitía música árabe. Una música dulce y sensual. Pronto el sonido de los rifles sustituiría al sonido de la música.

Nos estábamos acercando a la posición bravo. Iba a doblar una esquina cuando me sorprendió el sonido de unas pisadas. Frene en seco. Mi pie no fue tan rápido. Levante el puño cerrado. El grupo se quedo inmóvil en su posición. Las pisadas se pararon en seco también. Quizás me habían oído. Yo solo oía mi corazón sonar dentro de mis oídos. Espere unos segundos. Cuando me disponía a asomar la cabeza por la esquina, apareció ante mis ojos el soldado Iraqui. Apenas un niño de 18 años. Me miró a los ojos y pareció tan sorprendido como yo. Llevaba el casco mal colocado. El rifle lo llevaba en las manos como si fuera una escoba. Apenas sabía usarlo. La bragueta bajada me decía que sus necesidades fueron mayores que sus responsabilidades. La cabeza se le abrió como un melón. La sangre me salpicó toda la cara y el casco. Brakes había hecho su trabajo. Johns saco el cadáver de la calle y lo escondió detrás de unas tinajas. Empecé a reaccionar cuando Bauer me pregunto que si me encontraba bien. El mundo se volvió loco en ese momento. Un guardia en las azoteas debía haber visto caer a su camarada. Comenzó a gritar como un poseso a través de la radio. Creo que duró dos segundos gritando. Lenny acabó con él. El silencio de la radio se rompió en ese momento. Habíamos entrado en combate. Crash me informaba de que había sido descubierto por el enemigo. Estaba atascado en la posición bravo, bajo intenso fuego de ametralladora. Le ladré un par de órdenes. Huxley me gritaba que había establecido contacto con un grupo de soldados. Solicitaba permiso para abrir fuego. Creía que podría alcanzar la posición charlie y establecer un punto de cobertura para desplegar nuestra ametralladora pesada. No me pareció mala idea en ese momento. Deje que Huxley avanzara. Solicite a Brakes que nos despejará el camino en la calle principal. Comenzaba a oír movimiento delante de mi posición. Llegamos al final de la calle hasta la esquina con la calle principal. Eche un vistazo. Se estaba acercando dos pequeños grupos de soldados a través de los porches. Caminaban despacio, cubriéndose unos a otros. Uno de ellos, se salió demasiado de la cobertura que le daban los porches. El disparo de Brakes lo lanzó dos metros hacia atrás. Le abrió un agujero en el pecho del tamaño de una pelota de baseball. El resto de soldados corrió a cubrirse. Tomaron posiciones y comenzaron a disparar hacia los tejados. Indique a Johns que intercambiará posiciones conmigo y abriera fuego de cobertura para poder cruzar al lado izquierdo de la calle principal. Johns abrió fuego a discreción. Crucé rápidamente al otro lado. Algunos soldados cayeron fulminados por el fuego de Johns. Aproveché la confusión para abrir fuego contra los que estaban en el lado derecho. Conseguí abatir a dos. En mi cabeza todos tenían la misma cara de niño del primer soldado caído. Ordené a Crash que se replegará. Debíamos cubrirnos la retaguardia. Huxley dijo que estaba colocando la calibre 50, cuando una explosión sonó a nuestras espaldas. La posición donde se encontraban Lenny y Brakes, la ocupaba una nube negra de humo y llamas. Huxley comenzó a gritar algo de un vehículo blindado cuando perdí contacto por radio y oímos otra explosión a nuestra derecha. La cosa no pintaba nada bien. No se nombraba nada de vehículos blindados en el informe de inteligencia. Había que salir de allí pitando.

Crash comenzó a maldecir por la radio. Dijo que tenía a Brown herido y que no podía abandonar la posición. La maldita ametralladora lo estaba haciendo picadillo. Necesitaba apoyo. Debíamos avanzar por nuestra izquierda y esperar flanquearlos y liberarlo de la posición. Bauer lanzó un par de granadas con el M4. Johns realizó una serie de ráfagas cortas, y yo comencé a apretar el gatillo para darles cobertura para que cruzaran la calle. Apenas sonaban disparos de los soldados Iraquis. Johns y Bauer decidieron cruzar.

El mundo pareció ralentizarse. Vi como corrían hacia mi posición. Los pasos eran lentos. Demasiado lentos. El sonido me llegaba distorsionado. Parecía pasado muy despacio. Las voces parecían retorcidas y monstruosas. Los ojos de Johns iban a salirse de sus orbitas. Me gritaba algo. No conseguí entender que era. Su boca se abría y se cerraba lentamente. Después el mundo recobró velocidad. Se oía el tableteo de un martillo neumático funcionando a gran velocidad. Conseguí distinguir las trazadoras. Una humareda densa y marrón invadió la calle. Se entremezclaban volutas carmesí a través del humo. Parecía llover agua rosada. Cerca de mi posición cayeron unos trozos de una masa informe. Tardé en comprender que aquello habían sido Johns y Bauer. El tableteo que había oído, era la ametralladora de calibre 50 de un tanque iraqui. Comprendí que mi vida había terminado. Casi todos mis hombres habían muerto. No creía que Crash tuviera muchas posibilidades. Dentro de poco alcanzarían su posición rodeándolos por la espalda. Lancé una llamada de desastre por la radio. Al menos alguien recogería nuestros cadáveres. Me preparé para mi destino. Sabía que iba a morir. El hecho de saberlo no me produjo miedo. La serenidad invadió mi cuerpo. Sabía que aquel era mi momento de gloria. Debía morir como una guerrera. Comprendí que había nacido para luchar. Y moriría luchando.

Me trague el miedo y me decidí a permanecer viva, aunque eso me costará la vida. Debía moverme de aquella posición si quería tener alguna oportunidad. El tanque estaba parado. Supongo que estaba recibiendo órdenes. Me dispuse a salir corriendo. Asomé la cabeza a la calle principal. El tanque ocupaba casi la mitad de la anchura de la calle. Su cañón del calibre 122 medía casí 5 metros. Detrás de este, había 2 tanques más. No se donde estaban escondidos, pero desde luego en las fotos del satélite no aparecían por ninguna parte. Comencé a escuchar los gritos de la infantería acercándose. El tanque comenzó a girar. Era mi oportunidad. Comencé a correr en dirección contraria al tanque. Pegué todo lo que podía mi cuerpo a la pared. Apenas había dado 3 pasos cuando comencé a oír el ruido de un avión. Volaba muy bajo. Demasiado bajo. Se acercaba rápidamente. Muy rápidamente. Se comenzó a levantar viento en la calle. Un viento cada vez más fuerte. Después vino la explosión.

La onda expansiva me lanzó 10 metros hacia delante. Me golpeé con algunas cajas de madera y tinajas que se encontraban en los porches. Me había dislocado el hombro. Uno de los costados me dolía horrores. Tenía una costilla rota. Debía de estar muerta. Si había sido un misil lanzado desde un Apache, el calor producido por la explosión debería haberme asado como un pollo. Pero estaba viva. Me giré para ver lo que quedaba de tanque. Parecía que se hubiera estrellado un meteorito en su parte delantera. Solo quedaba un amasijo de restos metálicos retorcidos sobre si mismos. Estaba tan hundido que la parte trasera se levantaba 2 metros. De nuevo se acercaba aquella cosa. Esta vez parecía acercarse por la derecha. Se oía el sonido cada vez más alto. La infantería iraquí comenzó a disparar al aire. Se oían sus gritos llenos de terror, miedo y rabia mezclados con el tableteo de las semiautomáticas . Mi árabe básico solo me permitió entender una palabra que repetían hasta la saciedad. “el Diablo, el Diablo”. El segundo tanque salió despedido hacia la izquierda. Algo lo había envestido por la derecha. Dio dos vueltas de campana y destrozó varias casas que se encontraban en su trayectoria. Comenzó a formarse un tornado en medio de la calle. Los soldados iraquís salían despedidos por los aires. Sus cuerpos se golpeaban contra las paredes de las casas. Los ruidos secos de los huesos rompiéndose, me acompañarían en mis pesadillas. Tuve que agarrarme con fuerza a una pared baja que había en mi posición. El primer tanque recibió un impacto en su parte trasera. Salió despedido hacia delante como si estuviera hecho de papel. La calle se lleno de polvo y suciedad. Apenas distinguía nada. Solo escuchaba gritos, lloros y lamentos. Poco a poco comencé a divisar algo. Lo que ví no se como describirlo. El tercer tanque se estaba elevando. Parecía como si un gato enorme lo estuvieran levantando para cambiarle las ruedas. Me pareció distinguir una figura humana, pero no podía creer que lo que mis ojos me decían. Comenzó levantando su parte izquierda. Echo una pierna hacia atrás, y mantuvo en vilo el maldito tanque. Lo levantó por completo sobre su cabeza. Lo echo hacia atrás, como si fuera una pelota de baloncesto y lo lanzó hacia donde había mandado el primer tanque. Seguí la trayectoria del tanque con la mirada. No podía creer nada de lo que estaba viendo. Era como ver una película. Pensaba que el dolor y el calor, me estaban haciendo delirar.

El cañón de un AK-47 que me apuntaba a la boca me devolvió a la realidad. Un soldado Iraquí había conseguido escapar de aquella carnicería. Parecía en estado de Shock Sus ojos estaban inyectados en sangre. No paraba de hablar. Estaba sudando y le temblaban las manos. Entonces supe que había llegado mi fin. Cerré los ojos y sonó el disparo. Me sentí aliviada. Pero no había muerto. Abrí los ojos y allí estaba mi ángel guardián.


Vestía de negro pero no llevaba alas. Su cabeza estaba tapada en su totalidad. Llevaba unas gafas redondas, como las de los aviadores de la segunda guerra mundial. El resto del traje parecía hecho de una tela metálica. Como el fuselaje de los aviones que burlaban los radares. Estaba totalmente ajustada a su cuerpo. Vestía guantes y unas botas militares hechas con la misma tela que el traje. El único distintivo del traje era una especie de diamante en blanco con lo que parecía una S en su interior.

Sujetaba al soldado por el cuello. Mi Ángel negro me miró. El soldado luchaba por su vida y trataba de liberarse. Alcanzó la cabeza de aquel ángel exterminador con las manos y le quito la máscara. Tenía el pelo negro y una cara esculpida por los dioses griegos. Era como Aquiles. Era mi Aquiles. Me sonrío. Su sonrisa me dejo helada. Era una sonrisa llena de amargura. Mientras, el pobre soldado había alcanzado su pistola. Le descerrajó un tiro en plena cara. Grité al ver como mi salvador, iba a morir a manos de aquel ser inferior. Pero la bala no le hizo ni un rasguño. El rostro de mi Ángel negro, se convirtió en una máscara de horror, ira, miedo, rabia, y pérdida. Creía escuchar las palabras “ayúdame” saliendo de su boca. Pero, entonces sus ojos se volvieron rojos. Giro la cabeza. Miro al soldado iraquí. El fogonazo me hizo cerrar los ojos. Cuando los abrí, aquel ser no estaba, y el soldado yacía en el suelo sin cabeza.

Los refuerzos tardaron 3 horas en llegar hasta mi posición. Me encontraron dormida, al lado del cadáver iraquí. Crash y sus hombres habían sobrevivido. Creyeron que un helicóptero Apache había limpiado la zona. Desde su posición no vieron nada de lo que ocurrió en aquella maldita calle principal. Pero eso no era lo que pensaba aquel maldito hijo de puta de Napier. Nadie sabía a que sección del ejército pertenecía. Todo el mundo lo conocía como el Joker. Solo sé que llegó y todo el jodido ejército parecía acatar sus ordenes. Nos tuvo más de 24 horas sin descanso en una celda de interrogatorios. Mis hombres eran los más duros que se pueden encontrar, pero dos de ellos salieron llorando y Crash se trago su propia lengua cuando lo llevaron a la celda. Yo no tuve tanta suerte. Todos estos años he tenido que tragarme mi miedo, vivir con él y seguir adelante. Pero aquel encuentro con la muerte me perseguiría el resto de mis días.”

Roswell, Nuevo Méjico
Area 51
23:30 Miercoles 13 de Abril de 2005

Cerró la carpeta del dossier de alto secreto. Le había costado mucho llegar hasta aquellos malditos papeles. Toda la información que había recopilado durante estos años le hicieron ver que a partir de ahora se enfrentaba a algo mucho más grande. Existían fuerzas poderosas y ocultas, que estaban conspirando en la sombra. Sabía que era un punto sin retorno. No podía volverse atrás y debería aceptar las consecuencias de sus actos. Sabía que solo había un camino a seguir y Hal Jordan no le tenía miedo a nada. Alguien iba a pagar por la muerte de Diana Prince.